Pregón de D. Jose Andrade Bellido
Silencio, que todo el mundo enmudezca y calle, que entre claveles y cera la cruz de guía está en la calle y el aire huele a canela.
SALUDOS
Huele a canela, decían esos versos, a canela y a clavo, rebujadito con el jazmín, dice otra letra, y ustedes podrán preguntarse ¿a qué viene lo de los olores? pero es que acaso ¿no habéis notado nunca que la madrugada del Viernes Santo huele de una forma muy especial? Es tremendamente diferente, ni el Jueves con todo su esplendor, que lo tiene, ni el Domingo de Resurrección con toda su grandeza se asemejan a ese perfume embriagador que nos trae el airecillo que siempre se mueve antes de la amanecida. Aire generalmente frío, cargado de un aroma donde se presiente la tragedia, Nuestro Padre Jesús el Nazareno está a punto de salir portando su cruz, esa cruz que simboliza el peso de todos nuestros pecados.
En la plaza la gente se va agolpando, caras soñolientas, algún abridero de boca y el susurro de los amigos y los vecinos de siempre que se va haciendo denso ¡UN AÑO MAS! y gracias a Dios nos volvemos a ver aquí para encontrarnos con EL, con EL, sí, es el encuentro y mirad que paradoja porque EL siempre está allí, y aquí, y en cualquier rincón de la casa, está donde queramos sentirlo, pero no, necesitamos el simbolismo de esas tallas que representan la figura maltratada , vejada y rota en sudor y sangre de EL, Ntro. Padre Jesús el Nazareno, el Dios Cristo al que todos le pedimos cada día y al que casi nunca le ofrecemos, y digo casi porque este día sí, este día todos queremos acompañarle, vitorearle y aplaudirle, porque este día, queridos hermanos, es VIERNES SANTO.
Creo que el gran misterio de la Semana Santa está, realmente, en el simbolismo, que nos adentra más directamente en la pasión y muerte de Cristo y quiero que seáis vosotros, queridos hermanos, y vosotros, jóvenes costaleros a los que yo me atrevería a llamar Quijotes de lo divino, los que verifiquéis conmigo esa exaltación de la Pasión de Jesús en el madero transparente de la luz y el aire de la Puebla, porque sólo a ustedes corresponde el honor por derecho propio.
Sólo a ti, hermano cofrade de Jesús, raíz, tronco y savia de tan cristiano concierto, peregrino constante por la senda de la inquietud y el sacrificio, sostén y base de toda esa anónima y dificilísima arquitectura que muchos ignoran y que sólo espera la alta recompensa de los cielos.
Ya se sabe que cada hermano, cofrade o costalero, vive para sí un Viernes Santo distinto y personalísimo que nos plantea la imposibilidad de su exacta exposición, pero que como todas las vivencias son muy parecidas y creo que a todos nos van quedando gravadas a fuego de fervores en las fibras más intimas del espíritu, es por lo que me he atrevido a aceptar a ser vuestro pregonero este año, no sin sopesar los miedos e indecisiones que me han llevado hasta la hora de aceptar tan alto honor.
No voy a intentar descubrir aquello que sólo a la ilusión de cada uno de vosotros lleváis en vuestros sueños, sólo voy a exponeros sencillamente esos Viernes Santos que vibran en los más ocultos rincones de mi sangre a través de mis años que, aunque no sea un viejo sí que me considero mayor y cagado de recuerdos, aunque a veces y hoy puede ser un buen momento aflore en mí el niño que todavía llevo dentro.
“Y cada día más triste, y cada día más viejo, y cada día más niño, el niño que llevo dentro”
“Y que trabajo me cuesta, que no se me vuelva amargo, y que trabajo me cuesta, aconsejarlo y callarlo, potrillo trotón y alegre, pero con un SAUCE a cuestas, ese niño viejo y triste, ¡cuánto trabajo me cuesta!”
Quiero por ello partir del punto donde nace esa especie de constante deseo, que por hondo y sentido jamás podrá ser bien explicado, y de donde necesariamente tiene que brotar la canción poemática que nos lleve a la fiel evocación de aquel momento fijo en nuestro recuerdo; como una solea, quebrada por algún oculto y florido rincón donde fue a convertirse en emperadora del cante, para que unida al martinete o al eco profundo de la seguidilla hacerse ritmo doloroso en labios del requiebro y así cantar, como sólo en nuestros pueblos puede y sabe cantarse, con sabor de pena y sangre entremezclados la pasión bendita de Jesús que por salvarnos y redimirnos se hizo carne, habitó entre los hombres y sufrió esa muerte cruenta sobre el árbol divino de la CRUZ.
Decía Salvador Cabello:
En que fragua se fundieron – los tres clavos de tu muerte
que el herrero no sabía – que serían cetros de Reyes lo que en su fragua fundía.
Con esto no quiero intentar recurrir al fondo teológico ni filosófico de nuestra gran fiesta religiosa porque esto queda fuera de mis conocimientos y lejos de mis posibilidades, pero sí me acompañaré de algunos poemas y letras que por mi afán a la lectura ya conocía y me he entretenido en rebuscar en un intento de hacerlo más ameno, yo quiero basar el pregón en mis vivencias pero a grandes rasgos, a fuerza de no hacerlo largo y pesado.
Siempre hubo un orgullo en mí por ser y pertenecer a nuestra Hdad. porque al nacer ya me apuntó mi padre, que también fue muy Jesuita, según mi madre cuando se ponía la túnica estaba deseando que yo creciera para que le acompañara...no pudo ser. Tuve que vivir mi primera experiencia cofrade solo o mejor dicho acompañado un amigo, ese año, el que vestí la túnica por primera vez tan contento estaba que aún perdura en mi mente todo lo acontecido ese Viernes Santo:
Una cita, 5 de la mañana, un amigo, el chico de la Núñez (que ya no está con nosotros) y allá que nos encaminamos, a la calle de la Altana, lugar de reunión entonces de los nazarenos.
Os hablaba en principio de los olores, y efectivamente desde ese día empecé a notar como el Viernes Santo huele diferente, no puedo decir si fue el antifaz echado o el olor que al entrar en aquella casa percibí, pienso que bien se deba al calor humano o al aroma de la copita de aguardiente y el rosco frito que nos daban en aquella casa al llegar, o bien el perfume de la dama de noche de algunas casas cercanas, los jazminillos o el azahar que ya apuntaban....o porque no, el de la yerba mojada por el rocío de la noche que subía de la campiña. Lo cierto es que en mi olfato o puede que en mi imaginación quedó grabado ese olor especial.
Recuerdo que los días previos yo me iba cada tarde al convento para ayudar al montaje de los pasos, o por lo menos eso creía, igual iba a estorbar a los que estaban trabajando pero yo lo vivía entusiasmado. En aquella época había unos personajes que a mí se me antojaban importantísimos en estos menesteres, Pepe Oma, Agustín González, Rafael el Fiel y otros que ya diré, pero sobre todo lo que me causaba mayor sensación era la Antonia la Zapatita, limpiando jarras y candeleros y siempre con una amabilidad extraordinaria con los niños. Otra mujer era la Sra. de Agustín, la encargada de vestir a la VIRGEN, lo hacía con un total secretismo ante los chavales que estábamos allí, entre otros Joseito Mª, que siempre fue un gran capillita, y siguiendo con mis personajes de entonces el que sería Hno. Mayor o Mayordomo, D. Rafael Raya, hombre serio y ceremonioso, con su punto de gracia que algunas veces sacaba a relucir, y que como todo lo que se prodiga poco hace que se note más; en su casa postigo nos reuniríamos después los nazarenos, Juan Reina, el Pelao, Nicolas, Antonio el Carnicero. padre del Juez y su hermano Fernando, Joseito Maera, Pepito Medrano, José el Fiel, Salvador el Papocha...
Y para terminar también mi familia, mi tío Francisco, que sería Hno. Mayor, fue a él a quién se le planteó el problema de los costaleros que todos conocemos y lo resolvió con mucho arte y deportividad....”vamos para dentro los hermanos que quieran...” y se metió bajo el paso!
Corría el año 1966, los costaleros de entonces: una cuadrilla de hombres del campo, de la carga y descarga en los almacenes y silos, y algunos otros que no trabajaban más que de Semana Santa a Semana Santa siguiente. Ya que otros años la Hdad. de los Dolores había traído cuadrillas de costaleros sevillanos, se estaba empezando a exigir mejor comportamiento y más arte a la hora de meterse en la trabajadera, ello conllevó que los hombres de los pasos después del Cristo el Jueves Santo estuviesen cansados, exhaustos, por ello y porque a nuestra Hdad. se le temía, ya que eran muchas horas y a veces con un calor sofocante, sólo se presentaron 5 o 6 de la cuadrilla que debían portar a nuestros titulares, un verdadero dilema, ya que aunque se les mandó buscar no aparecían; allí ocurrió el milagro, sí porque realmente fue un milagro Que salvó a la Semana Santa, no solamente de la Puebla, sino que ahí comenzaría la revolución de los hermanos costaleros de toda la provincia y que aún hoy sigue, loor y amor a todos ellos , pero sobre todos a los de nuestro pueblo porque ellos empezaron.
Cuántas vivencias! cuántas lágrimas y cuántos vivas esa 1ª vez! Tan entusiasmados estábamos que rompiendo el protocolo y el recorrido trazado bajamos hasta la cooperativa sin hacerle caso al capataz, Pepe Oma, que nos pedía por favor que parásemos allí donde él mandaba, en cada casa donde había hermanos, y realmente eso era en una casa sí, otra no y la de en-medio también! Todo un alarde de fuerzas tuvimos que desarrollar pero el entusiasmo era mucho, sobre todo jaleados por LELE OSUNA, bajito, no llegaba a la trabajadera, no trabajaba pero nos alentaba!
¡Cuántos hombres buenos allí debajo y cuántos de ellos te has llevado contigo Jesús mío!
Pero siguen otros, con el mismo amor y con las mismas ganas para que TÚ no te veas desamparado sin salir a saludar a tu Puebla! Sé positivamente que esto nunca ocurrirá!
Después de varios años sin el costo que representa para una Hdad. el pago de cuadrillas, la Semana Santa cobra un auge inesperado, eran los años de la transición política y muchos estaban preocupados por manifestar públicamente sus creencias, pero no, hombres que se manifestaban de izquierdas se ponían sus túnica y desfilaban acompañando a Jesús Nazareno y su amantísima madre Ntra. Sra. de las Lágrimas con S. Juan.
Habíamos crecido equivocadamente o habían cambiado las cosas y realmente cambió, a partir de entonces una juventud nueva y arrolladora se hace cargo de la Hdad. y empieza una era nueva y distinta, capitulo aparte merece esta etapa, antes vamos a la salida.
En aquellos tiempos la Santa Cuaresma tenía una constante preparación misional, aquello de la obligación de confesar y comulgar al menos una vez dentro del año, se vivía un poco más, por lo que al jubileo que representa la puesta en escena de la Pasión, muerte y resurrección de Jesús y lo que ello conlleva también de fiesta teníamos que unirle el estado de misticismo en que nos encontrábamos después de tantos cultos.
El Jueves Santo día del Lavatorio ya se palpa un aire especial de duelo presentido, a media tarde un ir y venir de túnicas verdes y blancas camino de la Parroquia y hombres y mujeres camino de los Santos Oficios pero a la vez hay otros que en vez de coger ese sendero se vienen al Convento donde están nuestros titulares, una guardia permanente queda allí, hombres y mujeres muchos de ellos vestidos de morado para reservarse el sitio junto al paso de nuestro Padre Jesús y mientras están a la espera un silencio sepulcral, solamente roto por el rezo o el que llega directamente a encenderle algunas velas. Pronto irán llegando capataces, costaleros, y hermanos que no quieren perderse esos minutos intensos de la preparación de la salida. Ni aún habiéndolo vivido se puede narrar tanta emoción...creo que es siempre la misma a través de diferentes épocas, aunque siempre parece nueva. Y cuando el paso de Jesús empieza a avanzar entre el latir de corazones que vibran acelerados y bajo la mirada empañada de los ojos que lo contemplan, en ese preciso momento inicial del Nazareno, según la interpretación iconográfica y que el evangelista describe con las siguiente palabras “ET BAJULANS SIBI CRUXEN EXIBIT” o sea, “Y cargándose con la cruz salió...” y hasta llega a parecernos que es éste el auténtico instante en que el UNIGENITO con la sola voz de su dulce mirada vuelve a repetirnos, el que quiera, que tome su cruz y me siga, y fijaos si en la Puebla existirá una fiel interpretación del momento pasional que tras su paso se ofrece año tras año, ese impresionante cuadro penitencial.
Y ya todo preparado, ha llegado la hora de la salida, se abren las puertas del convento y aparece la Cruz de Guía, el murmullo se acalla y las voces se van sobrecogiendo por lo que en unos minutos va a suceder. En silencio la larga cola zigzagueante de capirotes y cirios encendidos va avanzando y perdiéndose por las esquinas, se oyen los golpes del llamador al fondo y la voz del capataz que llama ¡PREPARAOS! CUANDO QUIERAS! le contestan ¡A ESTE! un golpe seco y los cuerpos se estiran con fuerza como queriendo elevar a los cielos la figura impresionante de Jesús, desde fuera aún no se ve el paso pero sí el resplandor de sus faroles encendidos y avanzando poco a poco viene hasta plantarse en el umbral de la puerta; de nuevo la voz del capataz ¡PREPARAOS, SILENCIO Y ATENTOS A MÍ QUE VAMOS PA FUERA! A ESTA! Cuánta emoción...los costaleros a la voz de ¡A TIERRA! se echan sobres sus rodillas y muy poquito a poco nos acercan la divina imagen de Jesús; en la plaza lágrimas contenidas y otras dejándose correr para regarle el camino a ÉL, a ÉL que ofreció su vida por nosotros...qué bien refleja su imagen el dolor sereno con el que se entregó! ya está casi fuera y el pueblo estalla en vítores y palmas, es la forma de decir que le queremos, que a pesar de todo le amamos por encima de todas las cosas, claro que es en este momento, en este día, luego cuando ya esté dentro de nuevo, volveremos al día a día, y es natural, somos humanos y pecadores...pero volvamos al momento.
Silencio que viene el día
y en la calle está Jesús
que no saquen a María
que no lo vea en la cruz
dónde va a perder la vía
Es la saeta, grito del hombre al cielo, rezo de unos días que perduran en el tiempo, dolor hondo aunque sea muy cortito.
El comentar la salida en tan corto espacio de tiempo no es natural, hay muchos preparativos y muchas emociones.
En estos momentos previos que yo quiero resumir en este poema que lo describe a las mil maravillas.
Así como el sol que nace
vistiendo de luz el día
así del convento sale
nuestro Jesús el Nazareno
antes que amanezca el día
¡Qué buen mozo que iba
cuando se asomó al dintel
al sonar las seis en punto
con su cara de difunto
y sus labios de clavel!
¡Con qué mirada serena
y con resignación
el árbol de su aflicción
sobre sus hombros resiste!
¡Lo han puesto un poco triste
todo un año de prisión!
Va saliendo la serpiente
de oro, fuego seda y raso
mientras que bordan su paso
de comentarios la gente
-la túnica es la bordá
-dicen que la regaló
la novia de un pescador
que salvó Jesús del mar
-hace tiempo? Sí Señor!
y entre el bullicio de los comentarios
lenta, acompasada, monótona y queda
igual que un rosario
con cuentas de fuego y engarce de seda
va la procesión
Y los murmullos de viejas:
pues este año va más bonito, sí porque las flores son naturales
el año pasado también
pues entonces no lo se...pero lo cierto es que va mejor
Y sí, va mejor, es una afirmación rotunda que no hay que contradecir porque el pasado ya pasó. Si lo miramos con los ojos de la pasión no cabe duda de que efectivamente va mejor, pero si lo miramos con el ojo humano también lo es, porque hay unos hermanos y hermanas que se preocupan de que esto sea así cada año.
Entre los comentarios había unas primeras saetas, que siempre estarán en mis recuerdos, la cantaba una mujer de la callejuela Cherito, era hija de Pepe Santos, que cuando un año se le adelantó un saetero en la salida al siguiente se fue a la misma puerta del convento.
Ya te han leío la sentencia
y te han nombrao reo de muerte
Hacia el calvario caminas
llevando la cruz a cuestas
y coronadito de espinas
O aquella otra:
Ya sin saber que hacerte
de espinas te coronaron
escupieron en tu frente
y con la cruz te cargaron
siendo cordero inocente
Es la saeta un cante popular que muchos poetas han recogido en sus escritos VILLALON la expresaba así:
Quejíos en la noche ¡alaridos del alma!
saetas que ascendéis, como incienso de fe
en las mañanas templadas del abril sevillanos
decidme lo que sois, porque yo no lo se...
¿sois botos o sois queja? ¿sois llanto?¿sois canción?
¡sois llagas que desgarran el propio corazón!
Cuando la madrugada del Viernes Santo nace
las puertas de la Iglesia se abren solemnemente
inmenso gentío bulle en la plaza aquella
y en medio de un silencio devoto e imponente
aparece humildoso Jesús, el de NAZARET
Y ya entre la muchedumbre va lentamente andando
y parece que la fe le lleva suspendido
El pueblo que hace esto es un pueblo muy grande y bruñirá un poema con un solo alarido. Y suena la saeta, está Jesús en su calle, la calle Jesús hacia Plaza Nueva y enfilar Sol, es el Perico, que apenas salía de su casa panadera, pero ese día sí, Viernes Santo, a la amanecida su rezo particular al estilo antiguo de la Puebla, cara a cara, con la mano en acción se dirige a Jesús.
Con sudor frío y descalzo
va caminando Jesús
las fuerzas le van faltando
ya no puede con la cruz
y un hombre le va ayudando
Pero volvamos en este momento al convento, es una hora misteriosa que se va a llenar de gozo y emoción Ntra. Sra. de las Lágrimas ya está a punto de salir
Cuando las cornetas y tambores que acompañan el paso del Nazareno se alejan, las filas de cofrades que preceden el paso de palio van llegando a su fin porque ya se ve el tululeo de las luces que alumbran a la más guapa, y digo bien porque desde que llegó esta imagen que representa la Stma. Virgen de las Lágrimas, a la que acompaña San Juan Bautista los jóvenes hermanos costaleros la denominaron “LA GUAPA” y realmente lo es, cuánta dulzura en su rostro que mira adelante sin querer perder de vista a su hijo portando la cruz! hay palidez en su rostro, hay lágrimas que chorrean por sus mejillas, pero hay también una mirada de amor, de paz y de tranquilidad porque en el fondo de su alma ella sabe que todo esto tenía que pasarlo y aunque es muy difícil pasar por este trago confía en Dios Padre que así lo quiso.
Pero el pueblo liso y llano no lo tiene muy claro y se arremolina junto a ella dándole vítores y voces de...guapa y guapa, y le cantan, y animan a los costaleros que la portan para que la mezan y la bailen, intentando que desaparezca su pena y su dolor y a veces, cuando se la mira de frente hasta parece que esfuerza una sonrisa de agradecimiento a este pueblo que la quiere! que la adora! Por qué, por qué madre mía de las Lágrimas no haces que otras madres que han pasado por un trance parecido al tuyo no aflore esa sonrisa? tenue y fina, pero sonrisa al fin, anda! diles a todas ellas que sus hijos están allí, donde está el tuyo, junto a Dios Padre.
Es emocionante verla enmareada en el dintel de la puerta con todas sus velas encendidas, luciendo cada año más guapa, y últimamente con ese paso tan rematado, obra sin lugar a dudas del empuje de estos jóvenes hermanos, cofrades y costaleros. Siempre se dijo que con la juventud no hay quién pueda! ellos se embarcaron y lo consiguieron elevar el esplendor de la Semana Santa hasta límites insospechados, por ello yo les doy mi aplauso y les animo a seguir trabajando. Y vamos a la salida ¡cuánto entusiasmo se respira al lado del paso mientras se van realizando los preparativos! el capataz que intenta no mostrar sus nervios pero que en el fondo está hecho un flan, no va a respirar tranquilo hasta que no traspase el umbral ¡VAMOS A VER, POR ÚLTIMA VEZ! LOS DE LAS PATAS ESTÁIS PREPARADOS?...Allí estuve yo muchos años, pendiente de la levantá previa a quitar aldabillas y de doblar para que el paso pudiera pasar ¡ESTAMOS, CUANDO QUIERAS CAPATAZ! VAMONOS! ...Levantá a pulso y a tierra, poquito a poco se doblan las rodillas de estos hombres y se muerden la lengua para que la emoción no les haga estallar en unos vítores ¡POCO A POCO AVANZAMOS ATENTOS!...Y el paso se mueve tímidamente...las flores rozan por el quicio...pero como una caricia, bailan las lucecitas fugaces de la candelería y la Stma. Virgen y S. Juan miran con complacencia a todo un pueblo parado y sobrecogido que les esperan ¡OLÉ LA GENTE GÜENA, QUE YA ESTAMOS EN LA CALLE! Y el pueblo estalla en esa emoción contenida mientras suena la música y los costaleros se abrazan unos a otros con alegría y júbilo.
Ya está LA GUAPA en la calle, vamos arriba, se colocan las patas y empieza el arte ¡ARTE SÍ! para que la Virgen en este desfile por la Puebla no tenga tiempo de sufrir, suena la marcha que compusiera para ella el maestro D. Pedro López y empieza a mecerse el paso, con delicadeza, con ritmo y armonía.
Pero como tu ninguna
estrella de la mañana
eres morena y juncal
y con gracia sevillana
por eso tus hijos te aclaman
por toda la Puebla, LA GUAPA
Presa entre los varales
y entre bambalinas doradas
y entre claveles y cera
por mucho que te taparan
siempre tú sobresalieras
Porque tu cara señora
madre mía de las Lágrimas
es repique de alegría
por los caminos del alba
aunque tu pena te ahogue
¡tu pena de sal amarga
a nuestro grito de GUAPA!
queremos reconfortarla
y te llevamos con gracia
y te movemos con calma
y te bailamos contentos
para que tu pena salga
y el San Juan que va a tu lado que
que va guiando el camino
te vea serena y hermosa
cuando se cumpla el destino
porque tú eres la bandera
del candor y la ternura
en el mástil de la Puebla
rincón de amor y ventura
Y eres su calle de cielo
y eres su plaza escondida
y eres cristal de sus fuentes
y eres luz de sus esquinas
y eres flor de sus jardines
y eres venda de su herida
y eres su escudo de gloria
y eres sangre de su vida
y eres árbol de su sombra
y eres rosa de su espina
y eres ala de su vuelo
y eres campana es su arista
y eres perfume en su ambiente
y eres color de sus días
y eres copla en sus sentires
y eres su faro y su guía
por eso a ti con tus lágrimas
talladas en jardín de brisas
con las gubias celestiales
del dolor y la sonrisa
te hicieron la soberana
del Viernes por la mañana
y tus hijos de la Puebla
te llamaron con amor
a ti, sólo a ti LA GUAPA
Ya en la calle el paso de palio, hay que volver a la calle Sol, era mi calle, mis vecinos y amigos y allí gozaba a tope con sus comentarios, sus lágrimas o sus sonrisas porque Jesús se paraba en sus puertas, me gustaría contar las vivencias de cada vecino pero se haría muy largo, pero no puedo olvidar una voz fina, bonita y armoniosa, de la escuela sevillana porque allí vivía ella, pero el Viernes Santo siempre que podía, a la Puebla a cantarle a Jesús y a su Virgen de las Lágrimas, se trataba de la Gregoria, con esto bastaría pero yo le añado la de Antoñirri ¡qué familia más Jesuita! también me gustaría hablar de ellos pero paso a la ligera por no hacerme pesado, tampoco puedo obviar, porque creo que es obligación de buen hijo, a mi madre, todo un jubileo cuando montaba ella cada Viernes Santo! sus puertas abiertas, copas de anís o de coñag para todo el que quisiera pasar, una jarra de café calentito y la leche, amén de las magdalenas y la tarta...le daba alegría que alguien pasara a probar sus delicatesses, toda una gloria para ella ver a Jesús parado a su puerta.
Qué bonita es la calle Sol, amplia, con grandes acerados y todavía con los nazarenos (larga cola que cogía casi toda la calle) guardando silencio y seriedad, los vecinos asomados a sus puertas y murmurando en silencio la visión del cortejo, y de pronto se abre un balcón y suena la queja dolorida de la saeta, varios saeteros en esta calle, la Rosarito Cáceres, el rubio el Tánger y un hombre que cantó a los pregones antiguos EL COLORAO
yo para todos los saeteros que le han cantado a Jesús a lo largo de los años quiero leer este poema:
LA SAETA DE JESUS
Miralo por donde viene
el mejor de los nacíos
una calle de la Puebla
entre rezos y suspiros
largas trompetas de plata
túnica de seda....CIRIOS
en hormiguero de estrellas
festoneando el camino
El azahar y el incienso
embriagan los sentidos
ventana que da a la noche
se ilumina de improviso
y en ella una voz - ¡SAETA!
canta o llora que es lo mismo
miralo por donde viene, el mejor de los nacíos.
Cante llano – Sentimiento
que sin guitarra se canta
maravilla, que por acompañamiento
tiene la Semana Santa
en La Puebla de Cazalla
Cantar de nuestros cantares
llanto y oración, CANTAR
salmo y trino
entre efluvios de azahares
tan hermano y la paz
¡Tan divino!
cantar del pueblo andaluz
de como las golondrinas
le quitaban las espinas
al Rey del Cielo en la Cruz
Y en la calle Morón, cuando el sol apunta cambia totalmente el cortejo, calle estrecha y sus aceras apretadas de gentío y en la puerta de la JUANA a veces suena la saeta con voz fuerte y armoniosa de Antonio Gonzalez y cuando el cortejo gira y enfila la carretera abajo, ya con el sol alto se empiezan a calentar los cuerpos, ya debajo del paso se nota el sudor...es la hora en que algunos nazarenos se reconforten con un cafetito en el Bar Benitez, a partir de aquí un trajín de idas y venidas moradas que ya no guardan filas, pero que en el fondo era bonito a su manera.
En la calle Sevilla de nuevo las filas se van armonizando, como lucen los pasos con el sol de cara! pero lo mas reluciente sigue siendo la Stma. Virgen presa entre los varales con su manta grana repujado de oro, ya las velas de su candelería se rizan como un rosario de estalagmitas y vuelvo a acordarme de aquella otra imagen de mi niñez, el mismo oro pero en otro manto más pequeñito, cuánta belleza e aquella cara trigueña y llorosa de entrecejo fruncido que tan bien esculpiera el sevillano Enrique Orce, pero os comentaré un secreto: se ama lo que se tiene, lo que se ve o lo que se palpa, por eso yo a nuestra actual imagen de la Stma. Virgen, talla de madera del imaginero Francisco Buiza, le cogí cariño como todo el mundo y le grité ¡GUAPA! porque son los ojos del alma los que miran extasiados hacia ELLA.
El paso de Jesús está a la altura de la casa que fuera costalero, Hermano Mayor y capataz que guió su andadura por las calles de la Puebla con amor, José Guerrero, Joseito como todos les conocemos, el padre de mi presentador al que vuelvo a dar las gracias por los piropos que me echó...allí estaba su madre, Pastorita, la primera mujer de José que nos recibía en su casa con verdadero entusiasmo.
Casi enfrente, un poco más abajo vivió una larga temporada mi hermano, casado, más tarde cambiaría de domicilio en varias ocasiones dejando incluso la Puebla para acabar en Sevilla donde creo que estará para siempre, pero siempre fiel, seguro que mientras pueda cada Viernes Santo estará aquí, con Jesús y junto a su Virgen, a la que acompañó de cofrade muchos años junto a la maniquetera derecha del paso, ahora ha dado el relevo a su hijo Antoñito, dos Antonios para una misma túnica...tiene asegurada su tradición, yo creo que también tengo la mía, con mis nietos, Laura, María e Ignacio.
Volvamos al recorrido, estamos en la calle Mesones, suerte los que viven en el primer tramo, dos veces la cofradía por sus puertas por aquello de pasar por la puerta del Parroco en calle Cruz. Allí vive mi tío Francisco que ofreciera siempre un ágape a los costaleros mientras mi tía Manolita, mujer poco dada a la calle podía disfrutar de la visión de los dos pasos, hoy seguro que reza con fe pidiendo a El que cuide de su hijo José, que seguro que estará a su lado allá arriba...era más que mi primo, casi un hermano o por decir mejor...un amigo, otro drama de tantos como pasan en la vida.
Desde hace unos años cuando llegan las CRUZADAS a esa Santa Casa, todos los mayores salen a la puerta a saludar a los pasos que por allí pasan, hay rezos, ofrendas de flores y canticos de la Salve a la vez que emoción y lágrimas, que Dios las guarde por muchos años.
Hubo una época que los pasos entraban en la Parroquia donde se decía un sermón, aquello desapareció y hoy pasamos por Molinos a Fábrica para Nueva, desde hace años en esta esquina, en esa casa del jardín como se la llamaba, vive un buen Jesuita, Antoñito el Juez, todo un placer que me invite a tomar el bacalao que tan deliciosamente prepara Amparito! lo comento porque forma parte de mi particular Viernes Santo. La calle Nueva siempre fue un tormento para los costaleros, no se porque fue una de las últimas calles que los diferentes Ayuntamientos se preocuparon a arreglar, pero tenía su compensación...las saetas del Catato y de su hermana antes de llegar a la puerta de José Montesinos.
Y en otro tirón a la calle Marchena...empezamos a pensar que esto se va terminando pero no...aún queda lo mejor, el paso por delante del Ayuntamiento, allí está media Puebla concentrada y los costaleros, que lo saben, llevan a Jesús como si verdaderamente fuera El mismo el que anda camino de ese GOLGOTA donde recibirá muerte de Cruz. Suenan fuerte cornetas y tambores, y ante el fervor y los aplausos los costaleros se crecen y pasan de un tirón, despacio, sin prisas, dando lugar a que el paso de palio con la Stma. Virgen se acerque y se mezclen los dulces sones de las marchas que le tocan a ella con el estruendo de las cornetas y tambores, es un momento sublime que no queremos que acabe nuca y...
Lo mismo que un niño chico
que ________ comiendo
prolonga la golosina
con bocaítos pequeños
así la Puebla con su Virgen
de las lágrimas y los cielos
queriendo paladearla
con el bullicio festero
la pasea por sus calles
en su triunfal paseo
Y ella, estrella vespertina
se va recorriendo el pueblo
iluminando las almas
con sus rojizos destellos
parando de puerta en puerta
saludando a los enfermos
Como es SULUS INFIRMORUM
siempre encuentra algún remedio
Marchena arriba o Victoria abajo
mecida por costaleros
con los ecos de tambores
que resuenan a lo lejos
A ella, dulce y delicada marcha
y cientos de saeteros
oles, vítores y palmas
y una gran nube de incienso
y que la mesan y la bailen
sin que se mueva una flor
¡Que no se fije en la meta
donde va a expirar el Señor!
Y así llegamos al último tramo, en calle Victoria camino del convento, el gentío se arremolina alrededor de los pasos intentando que no avancen, por que aquello se acaba y no queremos...antiguamente a esto le llamaban las moleeras, los saeteros no se cansaban ¡PARALO AHÍ! y sonaban los cantes hechos rezos, recuerdo de aquellos tiempos de niño, además de los nombrados a Jeromo, los Barbaritas, tíos del Pepe de ahora, el Kiko y su hijo, Enrique Lobo y otros que no recuerdo sus nombres...
Antes de que lleguemos a la Plaza me gustaría dar un repaso a mi paso por la Hdad., igual que hacía cuando de niño me sentaba en la acera ya cansado y daba un repaso a lo vivido durante la procesión.
De mi vida cofrade tengo muchos y buenos recuerdos que poco a poco se habían ido perdiendo pero que gracias a este pregón he vuelto a resucitar en mi mente, desde aquel día que contaba vestí la túnica por primera vez hasta el día de hoy, que creo será la culminación por haber tenido el honor que me nombren pregonero. He vivido varias facetas gloriosas para mí, no se a que edad, pero siendo aún muy joven entré a formar parte de la Junta de Gobierno, allí compartí con mi primo Jesús Martos un protocolo muy bonito hoy desaparecido, durante los cultos cada día dos miembros portando insignias nos acercabamos a la Sacristía a recoger al predicador y le acompañabamos al púlpito, también en el desfile procesional iba como jefe de tramo, os podeis figurar lo que significa para un joven cofrade! Después sería costalero de Jesús y puedo asegurar que es lo que he vivido más intensamente y cuando tuve que abandonar cogí un bolso...y a pedir durante el recorrido, los primeros años por collera, mi compañero Joseito Juscar, luego cada uno por su lado y en competencia a ver quién recogía más ¡cuánta emoción en el recuento de los bolsos, y qué alegría si era de los primeros! claro que había que trabajarlo...!
Y si todo influyó en mí positivamente para creerme un buen cofrade, el mayor sentimiento fue la primera vez que porté el estandarte, creo que todo aquel que le hayan nombrado portador se sentirá orgulloso ¡cuánto honor! siempre me acordaré de aquello que escribió D. Fco. Espinosa.
Se diga lo que se diga
pesa mucho un estandarte
con su barrón plateado
con su bordado en realce
con su madrugón de aupa
su aguardiente y su empapante
y además la regalía
que el llevarlo ha de costarte
y el pedir puerta por puerta
sablazo y Dios se lo pague.
Y el pedir puerta a puerta, como te enseña, a cuánta gente traté y a cuántos mayores les tenía que explicar quienes eran mis padres, muchos me hablaron de mi padre, a quién apenas conocí y aquello me reconfortó.
Así año tras año fui viviendo mi Viernes Santo o mi cuaresma particular, al final terminé acompañando el paso de la Stma. Virgen, animando a los costaleros, deseando incluso haber podido meterme allí con ellos hasta un fatídico año...preferiría no recordarlo pero no tengo más remedio que hablar de ello, tengo que confesar públicamente este dolor que me corroe y que gracias a que ustedes habéis querido que sea vuestro pregonero se va apaciguando y haga que vuelva a vivir y recobrar algo de esa fe. Fe, que como dije antes, gracias a ustedes, que habéis hecho que muchísimas madrugadas yo me levantara a pensar y repasar mi vida pues alguien me dijo que en el pregón debía desnudar mi alma, y efectivamente así lo he hecho, aunque muchas cosas sólo las he hablado con El, con Jesús, en la soledad de mis escritos, entre otras cosas porque no creo que sean tan interesantes, de todos modos GRACIAS AMIGO LUIS.
Y ya, mientras divagaba en mis pensamientos...se acerca la procesión a su final, casi estamos en el convento y.....
Con rítmico son
tocan los tambores
huele a cera y flores
la trompeta chilla
y el de la varilla
que es jefe de tramo
con mucho decoro
de prosopopeya
va y viene en la calle
por lucir el talle
ceñido de oro.
Y detrás va el paso del Nazareno
corona de espinas
el rostro sereno
y la CRUZ al hombro y su CIRINEO
y delante jarras
que hacen de floreros
y los candeleros
de plata brillante
cuajados de velas benditas
con estalagmitas
de cera colgante
y detrás hombres y mujeres
que hacen penitencia, con cruces a cuestas y delante
con paso muy lento, con gran compostura
los hombres que portan, con el estandarte
y así va el cortejo, se juntan los dejos
de tristes saetas
y los agrios toques con que las trompetas
ya van alejando a la madrugada y en lo alto
es el sol de Abril, que pinta de azahares
el cielo, los mares, y la carabina
de un guardia civil
Así va llegando Jesús, rodeado por una muchedumbre a la puerta del templo donde girará para decir adiós al pueblo, mientras que el paso de palio ya está en la plaza...qué bonita viene Ella! luce todo el paso con destellos de oro y plata y la cera se ha convertido en un monte rizado y lloroso.
Al compás la cera llora
porque viene de regreso
quedando en el aire preso
todo grito que le implora
la luz el rostro le dora
dibujandolo en sonrisas
y al dejar calle victoria
en su plazoleta entrando
una voz le va cantando
al son de los guardabrisas
y después
cuando todo va terminando
por la rampa de subida
a compás las bambalinas
sin querer van redoblando
y el pueblo, vestido de gala
que te estuvo acompañando
sigue a tu vera llorando
susurrando tristemente
esto se ha consumado
Y para finalizar mi pregón, porque yo fui un día costalero y soñé con poder un día ser capataz, no puedo sustraerme de dedicar este último poema a todos los capataces y costaleros de la Puebla, es de amón Cué, muy conocido pero siempre es bueno reordarlo
Para ser buen capataz
padre, el consejo mejor
Hijo serás más capataz
cuanto tenga más amor
ojos de águila en la cara
sentido de proporción
la voz como el agua clara
y los nervios en sazón
pero todo no bastara
hijo sin el corazón
Si llevas al Nazareno
amor hijo, y paso a paso
no hagas al Señor correr
llevándolo a prisa acaso
la Cruz le fuerce a caer
Si llevas a Dios clavado del madero
hazlo con mimo y cuidado de enfermero
dale un paso acompasado
y hazle de pluma el sendero.
Si va vivo, que el dolor
no le de, andando la muerte
si va muerto, por temor
hijo, de que se despierte
pero en todo caso advierte
que los trates con amor.
Y si es la Virgen María
con su palio, hermosa toda
considera que ese día
la Puebla te la confía
y es NIÑA que va de boda
sin que se caiga un clavel
sin que se te tuerza un cirio
sin que el sol mustie su piel
de sus orejas de lirio.
Llévala – yo así lo hiciera -
como a tu novia, con celo
de que ni el polvo del suelo
le roce su piel siquiera.
Llévala, como a una flor,
como un cristal...no mejor
llevala – VIRGEN MARÍA -
como a tu madre y la mía
hijo, con inmenso amor.
Este es hijo mi consejo
para ser buen capataz
tu empiezas y yo me alejo.
Amor para ser capataz
mucho amor, como este viejo
y serás buen capataz.
Y ya sí, ya finalizo con una petición que espero le tengáis en cuenta a este humilde pregonero que gracias a todos ustedes ha podido gozar unos días recordando la niñez, la adolescencia y hasta cosas de antes de ayer que no había querido pensar por temor a sentirme maltratado por mí mismo.
Este año cuando finalice la estación de penitencia algún miembro de esta Junta de gobierno le entregará a mi mujer una flor de cada paso que además creo yo que seran rojos para Jesús y blancas para Stma. Virgen, serán para mi Juanito, una forma de decirle la buena trayectoria de estos últimos tiempos de su Sevilla de su alma.
GRACIAS Y QUE DIOS OS GUARDE HERMANOS.